A lo lejos empezamos a ver el resplandor de la ciudad, en la noche obscura, la silueta de la tierra se transparentaba a través de una neblina luminosa, dejándonos ver sutilmente el contorno de la costa Australiana, exactamente seis meses y ocho mil trescientas millas náuticas después de zarpar de México llegamos a nuestro destino, el puerto de Sydney.
Entramos a la bahía cuando era aun de noche, la luz de la ciudad nos abrió las puertas al admirable puerto para después recibirnos con un amanecer lleno de colores frente a la famosísima Opera House y el magnifico puente que atraviesa de lado a lado este puerto de aguas calmas. Poco a poco se fueron pintando las bóvedas de el famoso icono Australiano de un color rojizo dejando que la luz artificial de los focos se volviera cada vez mas tenue, así, se fue perdiendo esta imagen de una ciudad llena de puntitos luminosos y se transformo en una ciudad de verdad, con luz propia, llena de vida, que con el trafico de sus calles, el caminar y los pasos de sus habitantes, sus parques llenos de verde y su gloriosa urbanización nos dejo ver que se había cumplido un sueño. Cruzamos el Océano Pacifico y estamos al otro lado del mundo.
Pues si, lo logramos, ya llegamos ¡¡¡¡
Sydney es real, y no es mas un lugar marcado sobre un mapa, no es un contorno gris en la carta de navegación que señala un continente lejano, ya no es el lugar al que siempre soñé con llegar por mar, ya es Australia, Sydney.
Habitada por el mundo, llena de distintas culturas, de idiomas mezclados y fisonomías variables, sus habitantes viven la ciudad con orgullo y felicidad, recorriéndola con la cotidiana calma australiana, tomándose el tiempo suficiente para saludar a quienes andan sus calles y darnos la bienvenida a sus nuevos visitantes.
En un abrir y cerrar de ojos se ha pasado el tiempo que llevamos aquí, un mes, ahora el tiempo corre rápido y nos estamos concentrando en preparar el barco para la famosísima regata de
A trabajar, se ha dicho.
El sueño no se acaba, siempre continua la aventura, con espera de que el viento nos deje continuar nuestro camino y nos ayude a descubrir nuevos horizontes.
Un beso grande, sueñen, sueñen y vivan sus sueños
daniela
PD. Ya estamos en tierra, y por suerte ya contamos con un mail normal.